Una llamada a traición
Una llamada a traición, inesperada y a destiempo me ofrece por sorpresa la posibilidad de hacer una ruta largamente anhelada: El Les-a-les portugués.
Conocí este evento mototuristico por casualidad el verano de 2010 cuando coincidimos en Oporto, ellos finalizaban su ruta y yo comenzaba con cierta dificultad mi viaje en solitario por Portugal. La estampa de todas aquellas motos con una imagen de organización modélica y la promesa de aventura light grabó esa ruta en mi lista de deseos.
Con las inmensas ganas que tenia de participar asumí por completo la organización y me puse a ello con dedicación. Fuimos de los primeros inscritos, equipos 172 y 173.
La calidad del equipo era cuanto menos discutible, oscilando entre prejubilados de la moto y retirados por incapacidad motera pero no era discutible su atrevimiento fundamentado principalmente en la ignorancia. Por ello escogí el nombre de Ignorantes y Atrevidos que nos definía a la perfección. Uno con una paternidad recién estrenada y serias dudas sobre la conciliación vida familiar / moto, otro retornando al mundo motero tras una operación de espalda y muchos años de abandono y el último dando sus primeros pasos en este mundo de las dos ruedas a una edad ya muy tardía.
Las monturas tampoco están para dar ejemplo, una clásica recién salida de quirófano a estrenar en viaje, una gs con permanentes dudas existenciales y una r850r perdiendo la virginidad rutera por las bravas. Todos totalmente ausentes de experiencia en roadbooks y rutas de navegación en moto. Que podía salir mal?
#Dia 0, Salamanca
Tras un par de sustos menores como no ver nuestros nombres en la lista de aceptados y descubrir que salíamos cada día antes que el sol, con una organización colgando de las pinzas y acumulando despropósitos comenzamos viaje en una tarde soleada de junio con ánimo de quitar de enmedio lo antes posible los kilómetros castellanos de campos de cereal e interminables rectas.
La noche en Salamanca invita a volver a ser joven y estudiar de nuevo, eso sí, en la capital helmántica, bullente de juventud y ambiente. Luego el hostal donde estamos, cuya mayor ventaja es su precio nos baja a la realidad en camas con muchos años de uso, mas sobreexplotadas que muchos catres de burdel.
Aun así, no nos altera la noche ni siquiera que suene la alarma de la moto, hemos comprado un candado con alarma para obviarlo absolutamente. La coherencia nunca fue un requisito para viajar en moto. Tampoco entiendo que teniendo mi GS ahí aparcada, alguien pretenda violentar la R1100RS que duerme al lado...
# Dia 1 Salamanca - Albufeira
La mañana siguiente se presenta como un horno de una fragua atizando calor como si se fuera a acabar el mundo. Es un día declarado de ola de calor, lo cual yendo en moto camino al sur asegura mucho sufrimiento. 39º a la sombra en Rosal de la Frontera nos despiden de España y en Portugal, aunque tengamos una hora menos, la cosa no mejora sino que empeora, nos toca circular por zona de obras donde están asfaltando la ampliación de la carretera y eso ya colma mis sentidos.
Sera síntoma de la deshidratación pero yo ya solo pienso en agua, en un refrescante remojón en la lo que sea que tenga el hotel por piscina, aunque sea un abrevadero de animales. Me planteo entrar con moto y todo en la piscina, así que apretamos el paso y vamos resolviendo todas las dificultades de manera expeditiva hasta llegar al hotel, tomando por asalto el mostrador de recepción, despelote y zambullida en la piscina con todo el cargamento de sudor, mugre y polvo. Lo siento por el que tenga que limpiar la piscina pero lo necesitaba más que el aire.
En la noche nos acercamos al ambiente nocturno de Albufeira, hay mucho joven inglés, mucho motero curtido, muchos matrimonios de vacaciones, todos juntos y revueltos como en los peores centros de turismo low cost.
#día 2 Albufeira
El dia arranca comienza con la cita de recogida de inscripciones. A la hora fijada bajamos a la Praça dos Pescadores a recoger lo que nos corresponde. Ya hay mucho ambiente de motos y moteros dando vueltas y nos toca hacer cola al sol para recoger el roadbook, el peto, alguna pijada mas de regalo, hacer las verificaciones técnicas cuya seriedad depende mucho de quien las haga y finalmente posar para la foto en el pódium que han levantado para la ocasión. Mientras esperamos mandamos a uno de espía para que se vaya informando que es un roadbook, como se monta y qué hacer con él.
En esto que resulta tan corto de explicar hemos perdido la mañana larga y estamos con síntomas de insolación, ya es tarde para comer incluso según los excéntricos horarios españoles así que nos vamos a comer al McDonald’s que tiene aire acondicionado y de paso montamos los roadbook, probando diversas soluciones para ver cuál es la menos mala. También damos la nota con el espectáculo habitual de que se nos caiga el equipaje y haya que circular contra dirección provocando sensaciones cercanas a la pena y a la compasión. Supongo que impulsos homicidas tambien.
Probamos a hacer la ruta del primer día que nos habría de servir de entrenamiento y calentamiento, mayormente debido al sol que pesa y aturde y a la poca precisión de las indicaciones que convierte las calles en un mar de moteros perdidos yendo en todas direcciones, parando y arrancando de continuo bajo el inclemente sol y a velocidades cercanas al ridículo. A los 20kms ya hemos tenido bastante y nos retiramos de nuevo a la piscina que bien lo merecemos.
Tras la piscina montamos los roadbook del día siguiente, tanto el papel como el aparato en las motos (No somos de grandes dispendios, unas bridas, cinta de doble cara y muchas dosis de autocomplacencia...) y nos volvemos a bajar a la Praçaa dos Pescadores, donde ofrecen la cena de arranque. Está logrado el montaje del Les a les, participa el ejercito, los scouts y voluntarios para servir cenas amenizadas con grupos de baile tradicional, hay platos diversos para escoger y son generosos en las raciones. Nada que reprochar. No nos entretenemos mucho con el baile y nos vamos para cama pronto que al día siguiente toca madrugar más de lo razonable.
Apenas recién estrenada la mañana siguiente nos ponemos en marcha, recorriendo la ciudad solitaria por la que resuenan los ecos de las motos que cogen el mismo destino que nosotros. De nuevo en la misma plaza, toca hacer una pequeña cola, subimos al podio, saludamos, recogemos el desayuno, comemos algo y a gastar goma saliendo de la ciudad que apenas despierta hacia sabe dios donde, a donde nos quiera llevar ese papel enrollado que llevo malpegado al manillar.
Salimos hacia el este, cara al sol y en un momento giramos hacia el norte por las últimas estribaciones de una sierra que viene a morir a la orilla del mar. Comienzan pronto las primeras curvas y hay demasiado tráfico motero a muy distintos ritmos, es difícil ir cómodos en esta situación, se crean largos trenes de motos a muy distinto ritmo intentando buscarse un sitio. En general nos respetamos unos a otros pero siempre hay algun cafre.
Comienza enseguida el carrusel de visitas, primera parada en el local social de un club motero donde nos agasajan con comidas, bebidas y algo muy importante, baños. Tanta gente también representa un problema a la hora de ejercer ciertas necesidades básicas.
Vamos siguiendo las indicaciones sin mayor dificultad, no sabemos dónde vamos y poco a poco perdemos la noción de donde estamos pero seguimos adelante. Teníamos serias dudas de llegar a algún sitio en algún momento y por ahora parece ir todo sobre ruedas.
Hacemos un rato de pista para acercarnos a la orilla de un embalse donde se sitúa un oasis con comida y patrocinio y retornamos a la carretera, casi siempre la N2 dirección norte con pequeñas desviaciones para visitar pequeños monumentos o atravesar pueblos con pequeños entretenimientos como pasar por un estrecho callejón de algo más de un metro donde un nosecomodefinirlo se presenta vestido de tocólogo con vaselina.
No todo es sencillo, tras una parada en un oasis situado en el patio del castillo de Arraiolos por el camino aprendemos, demasiado tarde, que ligeros degraus significa escalones. Y por los escalones de piedra bajamos del castillo, con más miedo que vergüenza porque al final de los escalones hay arena, una pared y mas cuesta empinada. La salvamos y seguimos con las sorpresas que nos prepara la organización. A mediodía toca uno de los platos fuertes, un ratito de pista, el vadeo y mas pista de arena. Se me escapa como puede haber tanta arena tan lejos del mar, arena blanca y blanda que nos hace quemar embrague ayudados por la falta de sensibilidad de los pseudodakarianos que aparcan la moto en la rodada buena para sacar una triste foto. Para dar ambiente hay una excavadora que no se si está quitando arena o poniéndola, si es cosa de la organización o es casualidad pero no está haciendo nada por ayudarnos.
Tras la comida, mas kilómetros y un buen rato de espera para cruzar un famoso puente de piedra del siglo pasado. Aquí se nota principalmente el exceso de participantes. En una bajada muy empinada, un camino de piedra, paja y arena y muchas curvas de horquilla se agolpan centenares de motos, esperando para poder llegar al puente. Toca bajar con la moto apagada para que el calor no nos devore y con mucho cuidado, más de una moto cae por un mal apoyo. La subida no es mejor, el camino esta mucho mas roto pero por lo menos hay espacio libre, y justo al final, otro oasis donde repostar y comentar las mejores jugadas.
Tras el sufrimiento comienza la diversión, los desvíos se espacian mucho mas y recorremos la afamada Serra da Estrela, son muchos kilómetros de traviesas subidas y bajadas a buen ritmo, innumerables curvas, buen asfalto y poco tráfico. Quizás la única pega sea que está fresco conforme va desapareciendo el sol.
En Gois paramos un rato largo, más de una hora, para poder disfrutar asombrados del nivel del motoclube local. Con los réditos obtenidos de las concentraciones han construido un edificio de dos plantas con piscina fluvial y camping donde nos agasajan a todos los participantes.
Tras la larga parada continuamos camino cada vez por peores carreteras, incluso por pistas de tierra en un ejemplo de lo que es el Les-a-Les. Abandonamos la ruta por la que venimos, cruzamos un pueblo, continuamos monte arriba por pista, pasamos por encima de la ruta previa, a la que nos unimos unos kms mas tarde. Una vuelta estúpida pero divertida.
Anochece y nosotros seguimos en moto, somos ya de los últimos y al final, tras 15h de moto llegamos al palacio de Lusso-Bussaco, donde nos reciben disfrazados de soldados napoleónicos y nos indican el camino hacia el resto del evento donde todo se resume en largas colas para subir al podio o para cenar.
El pueblo esta bullente de excitación, motos y alegría. Atruenan los escapes, circulan miles de motos como avispas enfurecidas y yo estoy tan cansado como eufórico por haber completado la primera jornada.
La cena se da en el camping local, ya es noche cerrada y la cola es muy larga, así que me acerco hasta el hotel para asegurar la habitación mientras los demás cogen turno para cenar. De camino al hotel todavía me toca recorrer carreteras por donde Cristo perdió las sandalias hasta enfilar la carretera nacional que me ha de llevar al alojamiento, que incluso a estas horas es un reguero continuo de monstruos de dos ruedas rodando en ambos sentidos.
Finalmente encuentro el hotel que no es tal, sino un albergue normal y corriente (es lo que tiene escoger por precio y no por calidad, tengo el superpoder de dormir en cualquier sitio por infame que sea) y al llegar, un pequeño susto, no hay habitación para nosotros. Sin embargo, ya se han encargado ellos de gestionarnos una mejora a todas luces, incluso a las cortas de las que hago gala. Nos envían al Hotel Das Termas por el mismo precio. La diferencia entre uno y otro es abusiva. El otro era un edificio colorido y poco más, este tiene una entrada con arcada, un jardín con pérgolas, fuentes y una recepción donde el dinero cambia de mano con mucha facilidad y en cantidad. Dejo una firma para hacer constar mi llegada y vuelta a Lusso a cenar. Mis compañeros siguen a la cola, se están haciendo eternas estas últimas horas, el cansancio me vence y ya no apetece ni hablar.
Todavía tenemos pendiente montar el roadbook del día siguiente, que la organización nos acababa de entregar por algún oscuro motivo no explicado.
Tras la cena, que aunque sabrosa me sabe a sueño, tiramos al hotel, ya ha pasado la media noche y toca repartir las camas. Por ser minoría absoluta me toca dormir en la cama supletoria, que no satisfaría a algún cadáver quisquilloso, a mi hoy y así, si. Como soy perro viejo, pongo tapones y a dormir el primero que la noche va a ser corta, el día siguiente largo y aquí hay mucho roncador nocturno...
Hacemos caso omiso del horario impuesto por la organización y saqueamos el fastuoso desayuno en el no menos fabuloso salón del hotel. Tras montar los roadbook del día nos ponemos en marcha, haciendo cola de nuevo para recoger el desayuno e iniciar la jornada. Aun recién comidos no es cosa de despreciar más condumio.
Un breve callejeo para salir a la nacional y es todo cuesta arriba, con curvas y mas curvas, carretera ancha y buen asfalto en un pequeño puerto de montaña coronado por la niebla, que baja la temperatura 8º en apenas una docena de kilómetros. Cuanto toca abandonamos la carretera principal para ser llevados por pequeños pueblos, en dirección este, maldiciendo a la organización que nos manda recorrer todo el pueblo por pequeñas calles empedradas para volver a la plaza del pueblo donde hay centenares de motos, una banda de música y café para todos...
Continuamos camino siguiendo otras motos, se notan más las aglomeraciones pero el ritmo es más uniforme y eso provoca que se formen largos convoyes de motos circulando a buen ritmo. Aunque es curioso ver cuando una desviación no está clara como una docena de motos se paran, dudan, miran a los lados, al cielo o al suelo como cuando el profesor busca en clase algún voluntario forzoso hasta que finalmente uno actúa y el resto siguen por pura imitación.
Paso con pena de no poder parar por las afueras de una mira de uranio y el siguiente oasis aparte de una pequeña visita a un palacio, ofrece una degustación de vino además de la sempiterna comida. Saben cuidar los detalles en la organización.
Seguimos comiendo kilómetros por carreteras, alguna pista, con parada en una playa fluvial donde solo un valiente se baña, más pueblos tapizados de piedra, con hórreos, cruceiros y pequeñas plazas que invadimos, tan ruidosos como efímeros. Continuas paradas para comer y beber o quizás simplemente para estar un rato a la sombra, confraternizando con otros tarados como nosotros.
Del Portugal mas rural y olvidado pasamos al Portugal turístico, se nota en las casas y en los monumentos, toca una parada en la judería de Salzedas. No hay mucho para ver, es apenas una manzana de casas podridas. Y no sé como lo hacemos pero aunque avancemos, hemos salido tarde y seguimos perdiendo tiempo. Vivo con la sombra permanente de la sospecha de que en breve nos alcanzara el coche escoba. No creo que estén preparados para nuestro nivel de terraceo y pasotismo.
De vez en cuando nos da por seguir rodando, las imágenes se almacenan en mi cabeza pero no se ponerles cronología, voy admirando paisajes que se que en condiciones normales nunca hubiera visitado. Rodamos por caminos casi forestales, asfaltados hace ya varias generaciones, entre campos floridos, por la cresta de montañas o por el fondo del valle, con viñas tejiendo todo el tapiz de las laderas, en una procesión festiva y tranquila. El excesivo número de participantes sigue dando problemas. En un pueblo en fiestas sin nombre, empinado y empedrado, toca esperar en cuesta para marcar los pasaportes. Mientras esperamos, la gente del pueblo, arracimada en las calles nos da conversación y gritos de ¡Viva España!. No todo es idílico, una ambulancia pretende atravesar el maremágnum de motos para salir del pueblo y realmente le cuesta. Un centenar largo de motos paradas en desnivel no son fáciles de mover ni organizar.
En otro tramo traicionero, una cuesta de categoría especial se produce tal atasco que de los que han quedado en mala posición en la curva, caen 4 motos inmediatamente delante mío y en la curva siguiente un par de ellas mas con el resultado de que una de ellas rompe el depósito y también pierde aceite con lo que todos los que estamos en plena cuesta, con más miedo que vergüenza nos damos la vuelta, previo paso por el suelo. Durante un rato vamos a ciegas hasta encontrar un desvío con un nombre que nos aparece en el roadbook y una vez en el pueblo, que son apenas 4 casas, los habitantes nos guían hasta retomar camino y poder descansar y comer (lentejas a las 6 de la tarde, no hay miedo a nada)
Uno de nosotros, harto ya de carreteras de mierda y de horas de moto decide irse al hotel directo, los otros dos restantes continuamos camino por carreteras de mierda, tan mal asfaltadas que parece que en algún momento fueron bombardeadas. Atravesamos Vila Real donde están montando un circuito urbano que no es para nosotros para seguir subiendo, coronar una sierra y nada más bajar, un poco por sorpresa, llegar a nuestro destino. Sellamos el pasaporte con la ultima marca, recogemos los detalles (una piedra, ¡e vero! son así de generosos) y seguimos de cola en cola, arranca y para de continuo para, finalmente, recoger nuestro kit de llegada y hacernos un par de fotos en el pódium. La etapa de hoy, supuestamente más corta, nos ha ocupado 13h largas de moto pero para mí, muy satisfactorias.
Cenamos y autopista hasta el hotel de Chaves, antiguo pero no es el peor que hemos visitado en este viaje. El cansancio ayudará a que durmamos como piedras.
Amanece otro día soleado, hoy no hay prisa ninguna. Desayuno abundante y me pongo en marcha, los demás tienen otros destinos. A media mañana cojo la carretera de Chaves a Braganza, menudo carreterón para disfrutar de la moto, no parecen agotarse las curvas en un paisaje verde intenso, poblado de pinos.
El paisaje se seca al tomar la dirección norte para pasar a España por Portela y llegar a Sanabria, esta carretera es mas técnica, las curvas son más complicadas, están más cercanas y son mas cerradas. Recuerdo no haber disfrutado esta carretera en su día con una R12S por ser demasiado lenta y retorcida, sin embargo con la GS la gozo como pocas. El efecto contrario lo sufro en la carretera que va hasta La Bañeza, es demasiado rápida como para disfrutarla con la GS, quizás es que yo también busco otra tranquilidad. Me contento con contemplar el inmenso campo castellano, mientras unos cuantos pájaros se divierten a mi costa, dandome unos sustos de muerte.
A la Bañeza ya llego a una tardía hora para comer pero no me apetece buscar algo en esta zona, así que tiro mas kilómetros para llegar a comer a Casa Maragato, en Busdongo, una comida frugal pero sabrosa, con embutido leonés y agua.
Estos últimos kilómetros parecen tener mas de 1000 metros, las largas jornadas de moto se notan y me duelen cosas que nunca me habían dolido, parte por la edad, parte por los excesos y en general por una combinación de ambos. Pero finalmente llego a casa, cansado pero contento, otro estúpido reto autoimpuesto resuelto con satisfaccion.
Amanece otro día soleado, hoy no hay prisa ninguna. Desayuno abundante y me pongo en marcha, los demás tienen otros destinos. A media mañana cojo la carretera de Chaves a Braganza, menudo carreterón para disfrutar de la moto, no parecen agotarse las curvas en un paisaje verde intenso, poblado de pinos.
El paisaje se seca al tomar la dirección norte para pasar a España por Portela y llegar a Sanabria, esta carretera es mas técnica, las curvas son más complicadas, están más cercanas y son mas cerradas. Recuerdo no haber disfrutado esta carretera en su día con una R12S por ser demasiado lenta y retorcida, sin embargo con la GS la gozo como pocas. El efecto contrario lo sufro en la carretera que va hasta La Bañeza, es demasiado rápida como para disfrutarla con la GS, quizás es que yo también busco otra tranquilidad. Me contento con contemplar el inmenso campo castellano, mientras unos cuantos pájaros se divierten a mi costa, dandome unos sustos de muerte.
A la Bañeza ya llego a una tardía hora para comer pero no me apetece buscar algo en esta zona, así que tiro mas kilómetros para llegar a comer a Casa Maragato, en Busdongo, una comida frugal pero sabrosa, con embutido leonés y agua.
Estos últimos kilómetros parecen tener mas de 1000 metros, las largas jornadas de moto se notan y me duelen cosas que nunca me habían dolido, parte por la edad, parte por los excesos y en general por una combinación de ambos. Pero finalmente llego a casa, cansado pero contento, otro estúpido reto autoimpuesto resuelto con satisfaccion.
Les a Les
Siempre digo que Portugal es un país espectacular para la moto, salvando el precio de la gasolina. Es ciertamente más barato que España, la gente suele estar más concienciada con el tema de la moto, son educados y suelen hablar español en todas partes.
Como experiencia motera, el Les a Les es ciertamente muy curiosa. A mi particularmente me gusto mucho la navegación, las rutas recorridas son muy llamativas, aunque me costaría repetirlas sin el roadbook y mas a solas.
Es en cierto modo irritante la sensación de no saber dónde estás ni cuanto falta ni cómo vas a llegar pero también ese desconocimiento aporta el picante de la aventura.
Los puntos negativos son claros:
No es apta para todos. Mis compañeros así lo corroboran. No es que sea extremadamente duro pero la variedad de terrenos por los que circulan, abundando las carreteras catalogadas entre las malas y las peores y bajando a los infiernos de pistas, vadeos y arenas, hace que no todas las motos sean aptas para el recorrido y que dominen absolutamente las trail. Lo cual no quita para que haya valientes de todos los colores.
Hay que estar preparado para muchas horas encima de la moto, este tipo de rutas no admite la pérdida de tiempo y no merece la pena correr mucho (y en muchas ocasiones, realmente no es posible) así que hay que parar solo lo estrictamente necesario lo cual impide interactuar con otra gente
Y hay mucha, muchisisisisisma gente, demasiada. Si ya las colas inmensas para todo, picar, cenar, echar gasolina, etc. aburren mucho, cuando toca un paso estrecho y hay un ciento de motos delante tuyo esperando, pica el sol y no hay sombra, dan ganas de mandarlo todo a la mierda. Afortunadamente supimos conservar la calma para llegar hasta la meta. La amistad ya veremos en qué queda...
Seguramente repita, si no en el propio Les-a-Les, en otras rutas parecidas. Y quien sabe, dentro de unos años, cuando me quede sin proyectos moteros en la cabeza, quizás me atreva de nuevo...