Nurburgring

por gonzalo cerra 18/12/2015

0 Organizacion

Esto ya tenía que haber sido realizado el año anterior. Dariete y yo teníamos ya todo organizado y preparado para ir a Nurburgring pero no pudo ser por temas laborales míos. El último día abortamos la misión y la dejamos pendiente para este año, añadiendo también más gente y más destinos al equipo.
La ruta: A Nurburgring, vuelta por la Selva Negra, Alpes suizos y para casa, un plan simple pero con mucho gancho, tanto que recien compró Enro una R1200S para su señora, le faltó tiempo para apuntarse y estrenar así la moto. Apenas 5000km. La organización se realizó a través de dropbox y correos como si de un ciberamor se tratara. De las rutas, hoteles, logística y turismo me encargue yo, todo para mí por si acaso, que no me fío de nadie para estas cosas.

1 Gijon - Angouleme

El plan para el día era salir Ruben y yo desde Gijón y cuando Enro, apuntado a última hora al plan acabara de trabajar saldrían Dariete y él desde Madrid.

Salimos relativamente pronto con paso previo por la estafeta de correos y de ahí zapatilla para adelante, a ritmo medio, hace calor y los kms de autopista se suceden como si fueras sumando kilos de aburrimiento. Parada antes de Santander y en Oiartzun para repostar, hidratarse y comer.
Una vez que entramos en Francia, aceleramos un poco el ritmo aprovechando que es cuesta abajo pero un cacho largo antes de llegar a Burdeos pillamos a la madre de todos los atascos. Supongo que hay que ser francés para llevarlo con tanta elegancia pero yo no podría aguantar dentro de un coche un atasco de más de 80km! Tras remolonear un poco optamos por saltárnoslo siguiendo la vía franca del arcén, discretamente de incógnito, disimulando tanto que silbabamos dos temas a la vez hasta que ya vi a un motero francés yendo por entre los dos carriles sin ningún tipo de pudor. A su rebufo nos pusimos para ir quitando kms bajo un calor infernal a lo largo de un inmenso pasillo de hojalata de colores, con todos los sentidos puestos pero nadie hizo ni un solo movimiento extraño y así rodeamos Burdeos y volvemos a poner los caballos al galope para llegar a Angouleme justo cuando se acaba el sol. No hay mucho más que contar, pasamos la noche en un F1 que casualmente es exactamente igual a los demas.

2 Angouleme - Metz

Toca encontrarse hoy pero para ello hay que atravesar Francia en diagonal desde el suroeste al noreste, 700kms. Al poco de desayunar hay uno de los platos fuertes del viaje, sobre todo para los que tienen interés en la historia y la II Guerra Mundial.

Planeamos una visita sobre la marcha, apenas un pequeño desvio, a la ciudad mártir de Oradour sur Glandon, pueblo aniquilado por los nazis y que los franceses con gran criterio dejaron en su estado final como monumento a la barbarie, para recordar y no olvidar. Es ciertamente espeluznante aun cuando con nuestro escaso criterio habitual bromeemos al respecto y hagamos el tonto como si tuvieramos un doctorado en ello. Como es por todos sabido, el que nace lechón muere cochino y así somos.
La población conserva la arquitectura original, golpeada por el paso demoledor del tiempo pero se aprecian las dimensiones al primer golpe de vista, un pueblo grande, truncado en plena vida. A poco que te fijas ves las señales de la aberración, aquí fusilaron a unos, allí quemaron a otros, mas de 600 muertos acumulados, en su mayoría mujeres, niños y ancianos. Ves lápidas, coches quemados en la plaza, herramientas que han quedado tal cual se dejaron, la iglesia donde no respetaron siquiera el acogerse a sagrado, perjuros y mil veces malditos los que provocaron tamaña barbarie. Es sorprendente que la humanidad sea capaz de provocar tanto sufrimiento. Los alemanes deben ser unos expertos en esto, han ido sembrando toda Europa de miserias y parecen seguir haciéndolo actualmente. El museo con objetos recolectados de las fosas comunes y de las hogueras humanas es pavoroso y da buena muestra de la barbarie, encogiendote y retorciendo el estómago.
La visita se acaba con profunda sensación de desasosiego y con uno que me tira el casco al suelo y me rompe la sujeción de la visera, ni el casco está teniendo suerte ni me esta resultando bueno.
Arrancamos las motos con prisa porque se acerca la tormenta por el oeste, tiene mala pinta así que toca espabilarse y eso hacemos, intentamos poner millas entre nosotros y la nube negra que nos persigue. Paramos un ratito para comer en uno de los comunes VideGraniers franceses que no deja de ser un mercadillo popular con gente de lo más variopinto lleno de cosas tan interesantes como inútiles.

Estamos en lo que parece un profundo bosque, no podría decir el nombre del pueblo, para llegar hemos sorteado un par de casonas señoriales y avistado un par de lujosos castillos pero no es nuestro interés hoy visitarlos. Me lo apunto para la próxima porque la zona hasta este momento es muy bonita. Una sorpresa en comparación con la otra Francia que yo conozco, la de Burdeos a París, que es como mínimo aburrida..
Interrumpimos la comida porque ya se huele la lluvia, corre, corre, que viene el agua y así es, cuando ya estamos arrancados y maniobrando para salir, llegan las primeras gotas de lluvia, fresca agua veraniega, de gotas como campanas y sin ponernos el traje de agua huimos como cobardes por una negra carretera que penetra como un cuchillo en una frondosa espesura de bosque.
Al cabo de unos kms decidimos parar a echar fotos para retratar el precioso pasillo de árboles que nos da sombra y otra vez tenemos que salir a escape al sentir la rítmica y percusiva lluvia. Corre, corre, que llega el agua!
La carretera se revela como espectacular, rápida, bien asfaltada, subiendo y bajando colinas, con buenas curvas, trazables con el deseo y el placer de aquel que recorre el contorno de una mujer. Somos plenamente conscientes de estar disfrutando de la carretera porque es una sorpresa inesperada, un largo tramo de placer y diversión a través de inmensos campos de cereal, poco tráfico, subir, bajar, curvas sin trampa y a nuestra espalda, la tormenta, a nuestro frente el sol. Corre, corre, que llegamos al sol!

Seguimos dejando castillos, casonas, puentes y molinos a nuestra espalda, se nos empieza a hacer tarde debido a paradas necesarias de repostaje y otras para comprar pegamento, arreglar el casco y las gafas de sol, pesa el cansancio y al final llegamos a Metz ya de noche, pasadas las 10. La otra parte del equipo ya ha llegado hace rato, ha hecho trampas, ha cogido autopista de peaje y ya están cambiaditos y cenaditos. Aparcamos las motos junto a las suyas, es curiosa la imagen de 3 BMW R1200S y una bicicleta hondita eléctrica. Mientra aparcamos, pasan nuestros compinches a darle un besito de buenas noches a sus monturas y así nos conocemos y celebramos el reencuentro, ya que Dariete y yo habíamos compartido un zumo y unas empanadas una mañana de verano.
Trazamos los planes para los siguientes días y nos vamos para cama, que ya toca.

3 Metz - Adenau (Nurburgring)

Las predicciones del tiempo eran benévolas para el día. Sin embargo, el cielo empedrado que oscurece Metz nos dan un bofetón de realidad. Aun así, optimistas alocados, no nos ponemos el traje de agua y arrancamos para Nurburgring. Autopista al norte hasta girar hacia el este poco antes de Luxemburgo. Entramos en Alemania a través de otra anónima frontera, casi por la puerta de atrás y subimos a lo largo del río, un río ancho y tranquilo que sirve de frontera natural entre Luxemburgo y el país de procedencia de nuestras monturas.
Hacemos una pequeña incursión en Luxemburgo en plena confusión, paradas a destiempo y desorganización total, somos 4 y parecemos una banda. No se sabe si de indios o músicos. La incursión es al estilo escorpión, llegar, picar y marchar. Aun así quedamos mas que satisfechos ya que por este pequeño gesto conseguimos echar gasolina 10 céntimos mas barato que en España. Es sorprendente que en un país tan rico tenga precios tan económicos. Aumenta la certidumbre de que nos la meten con todo…

Tras la habitual sesión de fotos en la colección de carteles a la entrada de Alemania, continuamos camino por una suave carretera mojada, peinando el río, viñas aterrazadas en la izquierda y aterciopeladas colinas a la derecha mientras vamos bajando hacia Trier.
Mientras atravesamos la ciudad la situación se pone verdaderamente húmeda. Como es costumbre ya metidos en la autopista declaramos carrera en mojado y procedemos a vestirnos de agua bajo un puente para descubrir una vez vestidos de condón que había dejado de llover. Nos consolamos pensando que el agua de la autopista también moja y empezamos a disfrutar de las Autobahn en toda su plenitud. Retorciendo muñeca como si fueramos a comprarnos unas nuevas vamos alcanzando limites inexplorados de la moto. Vamos, pasamos de 120 yendo cuesta abajo…
Aquí quedaron bien definidos los propios subgrupos del grupo, el sector cafre conformado por Ruben y Dariete que se pierde en lontananza y que por supuesto se salta el desvío correcto y el sector formal con sus subconjuntos Enro (Que tiene un Gps) y Gontzo (Que tiene muchos Mapas) y que por supuesto llegan en tiempo y forma al hotel que teníamos en Adenau. Hotel an Der Nordschleife
El hotel era el más caro del viaje pero justificado, teníamos a golpe de córnea la joya del viaje, el circuito de Nurburgring representado en la forma de una escandalosa bajada, 2 curvas a izquierda y una trepidante subida. Ahí, a apenas 15m. Y envolviendo semejante regalo un fantástico revoltijo de coches y motos de todos los pelajes y condiciones con sus correspondientes dueños con pinta de competentes y baqueteados. Hay de todo pero nada es pequeño, todo está bien preparado, hay coches que valen muchos sueldos míos y todos están allí para lo mismo que nosotros, para el infierno verde.

Mientras esperamos por el sector cafre comienza a chispear levemente pero el ambiente, el olor a gasolina y los chillidos de las ruedas van animándonos, poniéndonos cachondos como una situación de alto voltaje erótico. Ruben y Dariete llegan y con las mismas, en plena efervescencia de la pubertad nos armamos para estrenarnos en Nurburgring. Error. Meeeec. Sirenas. Luces rojas. Se pone a llover con furia pero no nos detiene nada, hace ya un rato que ya no somos animales racionales. A lo máximo que llego y soy el único que lo hace, es a ponerme el traje de agua. El resto, ni eso. Nos pica el mono y arrancamos para la entrada del circuito tras autoconvencernos de que es un simple chubasco (confirmado con el encargado del hotel que en todo momento nos mando a la mierda elegantemente, diciéndonos lo que queríamos oír) y que habría partes del circuito secas… Meeeeeec, otro error de bulto.
Llovía a mas no poder. Quizás de haber sido mas espabilados y de haber estado menos excitados nos habríamos dado cuenta de que no había nadie mas en la entrada, nadie hacia ademán de querer penetrar en la pista. Excepto 4 tarados profundos españoles a los que les quemaba el dinero en las manos y las ganas en la entrepierna…
Nos echamos un par de fotos y para adentro, sin vergüenza ninguna. Y por supuesto, sin criterio, sin sentido común y sin paraguas. Como unos valientes. Gilipollas pero valientes. Los mismos de Trafalgar, La Habana, La armada invencible. Lo llevamos en la sangre...
Entré el primero por casualidades de la vida y fui superando las emociones mientras tomaba las primeras curvas. No tarde mucho en darme cuenta de que algo iba mal, muy mal. De hecho, tardé una simple curva en darme cuenta y un par de horas en digerir las sensaciones. En ese preciso momento, en el ápice de la primera curva ya me empezó a patinar la rueda trasera, un breve latigazo que me descoloca la moto pero que no me acaba de parecer real. La segunda y tercera curva me confirman que todo va mal! Que aquí no hay dios que pase de velocidad de caracolillo reumático porque la cosa pinta negra como el sobaco de un grillo. Para añadir mas dificultad al asunto no veía un carajo, tenia la visera mojada por dentro y por fuera, empañada como si hubiera estado metida en la sauna y la lluvia arreciaba sin medida. Por lo menos yo llevaba traje de agua, los que iban conmigo no podían decir lo mismo y pagarían las consecuencias… Todos sufrimos la afición de Dariete a secar sus botas empapadas con el secador de pelo de la habitación...
A ritmo de caballo de labranza fui trazando curvas viendo como me adelantaban mis tres compis ya que no debía haber nadie mas en la pista, debíamos ser la estrella para todos los fotógrafos y espectadores que se sorprenderían de ver a 4 animales bajo la tormenta que estaba cayendo la cual abarcaba la amplitud de todo el circuito.
Para acabar la jugada, El Carrusel, la famosa curva. A la velocidad que iba tuve tiempo de plantearme y replantearme por donde tomarla así como calcular unas cuantas integrales complejas. Con ánimo de disfrutar la experiencia completa, opté por la vía interior. Y vaya si disfruté de la experiencia. Saliendo ya de la curva, no se como ni porqué, de repente me encontré ejercitando un complicado vuelo sin motor para el que no estaba preparado, me derrapó la rueda trasera hasta que enganchó de nuevo obligándome a ejecutar un HighSide mientras yo pensaba que aquí y ahora se me había acabado el viaje y me iba a pegar una ostia como un campanario. Todo eso me dio tiempo a pensar mientras surcaba el aire hasta que la gravedad me hizo caer encima del depósito para comprobar con más terror que la moto deslizaba ahora para la parte izquierda. Alarma! Achtung! Alerta roja! Evalué las miles de soluciones que tenia a mi alcance para solventar la papeleta y lo único que se me ocurrió fue como es lógico, frenar. Clavé freno delantero y la moto se posicionó recta milagrosamente.
Elegantemente recuperé mi posición en el asiento y me fui, poquito a poco, muy poquito a poco, sin mirar atrás para encauzar la inmensa y eterna recta de Nurburgring, dejar la moto en el parking y sentarme un poco bajo la persistente lluvia a pasar el mal trago. Supongo que puedo decir que soy afortunado si no he tenido muchos mas sustos mayores en mi vida motera pero aun así, no había gana ninguna dejarme los dientes y los cilindros en el asfalto de Nurburgring.
Volvimos al pueblo para secarnos y cambiarnos, no mas moto por hoy. Dariete se aplicaba con el secador a las botas y los demás se secaban como podían. Comimos alrededor del circuito y pasamos el resto de la tarde a pie de pista, admirando como pasaban todo tipo de coches, incluso una transit con una familia y unas pocas motos conforme se secaba la pista. Así cualquiera, valientes!!! Pero no nos atrevimos a volver a entrar, ya habíamos tenido bastante por el día. Es más, en mi caso, quería respetar el plan original, que no dejaba ser una manera como otra de huir, largar hacia la selva negra y olvidarse de tan luctuoso suceso.

4 Adenau (Nurburgring) - Oppenau

Una noche dulce y un día soleado, brillante entre azul y verde, con un completo desayuno buffet acompañado por el chirriar de neumáticos hicieron que cambiara de decisión y que pospusiéramos la salida hasta poder rodar en el infierno verde.

Para pasar el día nos entretuvimos otro ratito a pie de pista, a un escaso metro y medio del asfalto, apenas alargando la mano tocabamos el piano de haber sabido tocar. tomando fotos a los sorprendentes modelos de Porsche que rodaban este luminoso lunes, a cual mas espectacular, algunos modelos nunca vistos y nosotros en la cuneta empapandonos de frenos al rojo vivo, de neumaticos que chirrian y se retuercen, de carrocerias que gimen y sufren. Pura física en movimiento.
Cuando ya estábamos bien calientes por el sol y los coches, nos fuimos a dar una vuelta en moto por los alrededores. Un acierto completo y eso que no me había llevado los mapas con las rutas recomendadas. Los alrededores se mostraron como un bucólico paisaje ondulado de colinas verdes y valles poco profundos, arbolados y con pequeños pueblos muy alemanes, desperdigados como las especias en un plato. Las carreteras eran espectaculares, ligeras y rápidas con un asfalto muy cuidado en general y con bonitas vistas. Al volver a Adenau descubrimos que estaba en fiestas y en la plaza del pueblo, entre barracas, puestos y escenario comimos con la mente ocupada en Nurburgring.
Tan impacientes estábamos que nos presentamos allí cerca de 40min antes y en la puerta esperamos. Mucho, ya que alguien se había estampado contra un muro y tenían el circuito cerrado.
Pero finalmente entramos. No se en que momento entraron Ruben y Dariete, que iban a dar 2 vueltas, una única Enro y yo. Yo se que entré detrás de Enro con la firme promesa de ir suave y tranquilo, detrás de él, que es un tipo cojonudo y con la cabeza bien amueblada. Mas o menos me duró la tontería 4 curvas. A partir de ahí empecé a verlo todo rojo...
Solo en una ocasión había perdido los papeles y el sentido común de esta manera, fue en la subida a Solsona en mi primer viaje en moto. Esta fue la segunda. El resultado fue de inicio un interior a Enro del que me sigo disculpando y a partir de ahí, más madera!
De repente, lo que había sido el dia anterior una pista de patinaje se convirtió en la espalda sinuosa de una serpiente sobre la que yo corría como si me persiguieran todos los males del mundo, como nunca me había desahogado, retorciendo muñeca, tirando el ancla, trazando como mejor podía en un circuito imposible de descifrar, lleno de subidas y bajadas, saltos a los que siguen curvas que no sabes para que lado van, solo te queda frenar y gritar. Gritar de placer por estar viviendo un conjunto de sensaciones únicas como tan solo una moto furiosa te puede ofrecer. Recuerdo perfectamente mis voces de excitación como testimonio de felicidad atronando el interior del casco, apenas una muestra de toda la adrenalina que me sacudía por dentro.
Adelanté, me adelantaron, algunos por sorpresa, remotos en el retrovisor en un instante y al siguiente estaban pidiéndome paso educadamente, sin forzar la situación. Seguí apurando sensaciones, esta vez tocó el carrusel por fuera. Llegue a limites que nunca había alcanzado, aceleraba con toda la inconsciencia posible y notaba como me deslizaba la rueda trasera pero no podía dejar de acelerar, frenaba y veía como se retorcía la moto, como las inercias tiraban de mi pero yo no podía dejar de frenar y acelerar hasta llegar a la inmensa recta final, sobrepasar los 200 y soltar gas, soltar incluso el manillar para levantar las manos al cielo y cantar victoria, he sobrevivido al infierno verde!
Salgo y me voy dirigiendo lentamente al hotel, donde nos habían permitido guardar el equipaje en un garaje que no cerraba y donde nadie nos robó, aunque algunos aprovecharon a sustraer aceite como quien no quiere la cosa...
Mientras me cambiaba fue llegando el resto del equipo.
Uno de los recuerdos que me quedaran de este viaje es la cara de Ruben cuando llegó del circuito. Solo se le veían los ojos a través del casco pero que ojos! Encendidos, brillando con luz propia, en algún lugar equidistante entre la plena locura y la mas absoluta felicidad, destacando como dos fuegos en una noche oscura. Pura pasión, algo tendrán las motos que nos provocan esta sensación de euforia en un pequeño garaje...
Arrancamos con retraso sobre el horario previsto y tenemos mas de 300km por recorrer. Afortunadamente, buena parte son por Autobahn, ponemos velocidad de crucero y vemos caer los kms. El GPS nos hace entrar en Francia para volver a pasar a Alemania, ya se ha hecho de noche hace un rato y finalmente entramos en la Selva Negra para llegar a Oppenau. También está en fiestas pero finalmente llegamos al hotel Krone, regentado por dos adorables abuelos que nos dan de cenar casi sobre la campana y tras el ágape, salimos a ver las fiestas del pueblo. Un éxito, hacemos un vuelo rasante vestidos como estamos de marcianos y nos volvemos para la habitación porque aquí no hay nada que arrascar.

5 Oppenau - Meiringen

Amanece soleado en Oppenau, desayuno, larga conversación en mi pobre alemán con Diana, la abuela alemana responsable del hotel y arrancamos camino de la parte sur de la Selva Negra. Vamos cogiendo pequeñas carreteras que nos hacen atravesar idílicos valles, repletos de árboles, agua y casas inmensas como naves industriales por divertidas carreteras sin apenas tráfico.

Tenemos tiempo para visitar un museo de motos antiguas, propiedad de un particular, otro enfermo de este mundo y paramos a comer a la orilla del lago Titisee, donde está expresamente prohibido comer pero no nos distinguimos por nuestro civismo.
Cuando cogemos la afamada ruta 500 la cosa se estropea un poco, aumenta el tráfico considerablemente y el paisaje parece mas humanizado. Aún así, da para quemarse los ojos viendo el verde insultante infinito de los montes y bosques.
Seguimos rumbo sur para cruzar una atestada frontera camino de Suiza. Vamos camino de Interlaken y decidimos seguir al GPS que nos mete en un lío de pelotas, vamos en dirección contraria, nos metemos por polígonos industriales en plena hora punta, vamos y venimos sin criterio aparente hasta que al final en una raqueta, decidimos mandar al GPS a paseo dado que nos mandaba ir por un sitio y la señal del pueblo donde comienza el KlausenPass pedía coger otra dirección. Añadimos a esto que la lluvia ya amenazaba y se explican las situación de tensión vividas con alguno subiéndose por el prado para tomar la nueva dirección.
Continuamos camino y al poco de empezar las rampas del Klausen, carrera en mojado.

Sabia decisión porque aparte de llover, hay una niebla como un muro y no se ve ni para cantar. Y es una pena, porque lo que se intuye es espectacular, un valle escarpado, unas laderas rotas casi verticales y un verde ofensivo que todo lo cubre. La bajada presenta un aspecto similar, verde, niebla y lluvia, está atardeciendo y nos queda todavía el SustenPass, uno de mis puertos preferidos. Uno de entre tantos que hay en los Alpes. Otro que está también coronado por la niebla, que a ratos está alrededor nuestro, a ratos por encima y a ratos por debajo conformando un paisaje mágico, entre agua, piedra y pasto como suele ser Suiza. Llegamos al valle de Interlaken y ahora si nos fiamos del GPS que nos conduce al hotel Wasserwendi donde sobre la campana nos sirven de cenar. El hotel es un alojamiento de esquiadores en una estación de esquí despoblada excepto por otros 4 incautos como nosotros....

5 Meiringen - Chatel

De lo poco bueno de llegar tarde a los sitios es el despertar. Cuando se junta un día luminoso y unas vistas que abarcan lo mejor y más representativo de los Alpes, la alegría a la mañana durará todo el día.

Tenemos vistas a dos valles. El de la derecha nos presenta un pequeño aeródromo y al fondo Interlaken y sus lagos. A la izquierda el valle que nos conducirá al 9 de Andermatt. Desayunamos con vistas al paraíso y cuesta abajo que toca día grande en los Alpes, el afamado y con justicia 9 de Andermatt.

La meteorología nos respeta, hay ambiente motero y nos vamos sorprendiendo de las maravillas naturales de este pequeño gran país.

Primero el GrimselPass, luego el NufenenPass, con derecho a un refrigerio mirando a la inmensa muralla de piedra y roca que representa el horizonte y bajamos hacia Airolo.

Aquí nos dividimos para hacer el San Gottardo, unos fueron por la vía simple y otros fuimos por la autentica, la Vía Trémola, adoquines ancianos que serpentean y se enroscan para subir las montañas, nada que ver con la simple y fácil carretera moderna.

Es difícil de encontrar, simplemente intenté no repetir el error de hace dos años y esta vez salió bien. La ruta en nuestras motos no es precisamente fácil, hace que se te caigan los empastes y es posible que tenga algunos órganos resituados pero aun así es preciosa, una ruta que hay que hacer para maravillarse de lo que dejas atrás y de lo que queda por delante, del poder de la ingeniería y de la voluntad de los hombres para salvar barreras.

Arriba en el alto hay el típico conjunto de lago, alojamientos y tiendas turísticas y continuamos camino por la misma vía de adoquines camino del FurkaPass, donde nos encontramos con la parte del equipo que fue por la parte fácil. Tras las fotos de rigor en varios puntos de la subida y la bajada, recorremos el GrimselPass en sentido opuesto, desembocamos en Interlaken para comer a la orilla del canal que comunica los dos lagos, agua de color hielo azul para acompañar unos bocadillos al sol.

Compramos recuerdos y salimos de Interlaken con la tormenta amenazando en el horizonte y esto no tiene mucha solución porque nos dirigimos de frente a ella.
El choque es intensamente húmedo, una tormenta veraniega con gotas como monedas de euro, nos toca vestirnos de agua bajo un par de árboles. Tiene mala pinta mi traje de agua, se ha roto por la entrepierna y la fractura avanza sin remisión. Continuamos bajo la tormenta, no voy nada confiado en agua, no se que pasa pero mi rueda trasera patina en cuanto tiene ocasión. No acabo de entender porque ya que en su día monté estas mismas ruedas y quedé mas que satisfecho. Sin embargo esta vez con toda la de agua que estamos chupando no voy nada confiado y por tanto voy lento y nervioso. La rueda delantera va bien pero la trasera es una ruina que me hace sentirme idiota. Recorremos con miedo, agua y niebla una preciosa carretera que yo recordaba como rapidísima camino de la frontera con Francia. Nos asomamos al valle de Martigny entre viñedos, abandonando el estilo tradicional suizo alemán para dormir en el estilo alpino francés. No sabría decir como pero se nota la diferencia lingüística incluso en el paisaje. Sin embargo aquí no hacen una guerra diaria de ello.
No llueve ya pero el piso está mojado lo cual provoca un incidente menor en el cual Ruben apoya la moto en suelo con el resultado de una estribera doblada. Honda es Honda. Y yo sigo con el culo apretado mientras mi moto culebrea de atrás.
Dormimos ya en Francia, en el hotel Les Choucas de Chatel, otra estación alpina semimuerta durante el verano, es más económico y tienen para mi gusto, mucho encanto, estas obras muertas y vacías, pensadas para el consumo masivo en temporada de invierno y despobladas en verano, enmarcadas en un paisaje de postal.
La previsión del tiempo y las ganas de volver a casa a ver a las respectivas hace que el grupo se divida. Los que tienen quien les espere en casa se vuelven directos por la vía más rápida hartos de ver llover y de que las cosas no mejoren. Los que no tenemos mas que pelusas y soledad seguimos con el plan original.

6 Chatel - Montelimar

Amanece con muy mala pinta, una pared de nube cargada de lluvia está entrando por el fondo del valle. Apenas unos kms después de salir nos separamos sin grandes aspavientos, nunca fueron elegantes los abrazos entre hombres en cueros y nos vestimos de lluvia aunque no me sirve de mucho. La raja del pantalón ya me permite meter la cabeza entera y en cuando se pone a llover, que lo hace con violencia y furia, es como si no llevara nada. Y puedo soportar llevar los huevos frescos pero cuando empiezo a notar como me corre el agua fría por el interior de los muslos llegándome a los calcetines yo así no sigo. Me paro como puedo a resguardo de la lluvia en el alero de un hotel y les pido un par de bolsas de plástico y con ellas me hago como puedo un taparrabos, una bolsa por dentro del pantalón para impermeabilizar las joyas de la familia y otra por fuera para tapar un agujero como el que hundió el Titanic.

Ruben estuvo muy elegante no riéndose demasiado de mi desgracia ni tomando fotos. Tenemos un decathlon a unos 40kms que puede ser mi salvación. Para ello tuvimos que optar por la vía difícil ya que la carretera directa estaba cortada con el consiguiente rodeo por una carretera de mierda mientras llovía, con el suelo perdido de gravilla. Tras dar vueltas por Thonon, acabamos llegando al decathlon. Son las 12:30h, llevamos mas de 3h encima de la moto y hemos recorrido apenas 40km. Esto está poniendo a prueba nuestra amistad.
La cara de sorpresa de una vendedora de la tienda cuando le pido unos pantalones dice mucho de mi aspecto ridículo pero consigo lo que quería. Me paso un rato en los baños intentando secar el arco del triunfo pero es un secador de esos que se meten las manos dentro con lo que producto de las posturitas que tuve que hacer me produzco un esguince de huevo de tipo 3. Pero ya tengo pantalones impermeables.
A partir de aquí ponemos la directa, autopista de peaje hasta que contorneamos toda la tormenta y hartos de autopista nos salimos para hacer las Gorges du Verdon.

Aunque la ruta está húmeda, ya no llueve y yo sigo con los pantalones mojados, así voy a criar mejillones. La garganta no deja de ser un desfiladero relativamente bonito pero no me parece tan espectacular. Lo que si me parece notable es la siguiente parte del recorrido, atravesando un pseudocirco bellísimo en el interior del parque natural del Vercors a traves de una rápida aunque bacheada carretera para acabar en el col de Rousset, quees un gigantesco balcón que se descuelga sobre un valle al que llegas de improviso, una ligera subida y estás en lo alto.
Sin embargo la bajada es vertiginosa, a través de una sucesión de curvas que nos lanzan sin medida hacia abajo, brilla el sol, la carretera esta seca y nosotros estamos contentos, por fin se despejaron las nubes! Incluso nos permitimos el lujo una vez llegados al valle de quitarnos la ropa de lluvia para que seque todo con la agradable temperatura. Ya estaba harto de tener los calzones mojados!
El hotel indicado como en Montelimar está a 15km del pueblo, en una salida de la autopista junto con 3 restaurantes y una nuclear. Es un Premiere Classe, igual de simple que el F1 pero con 3 camas y baño privado. Apenas 10€ mas caro pero tampoco veo claro si merece la pena la diferencia de precio.

7 Montelimar - Toulouse

Hay sol en todo el cielo excepto en dirección a nuestro destino. Aun así gafas de sol y a subir puertos. El primero me confirma que mi rueda trasera es una mierda. Veo asfalto negro nuevo, me pongo a tirar y a disfrutar de la conducción pero no puedo, noto la rueda trasera que patina, desliza y se mueve, me fijo a ver si esta pinchada y veo salir gotas de agua. No es asfalto nuevo, es asfalto mojado. Estas ruedas en mojado no sirven para nada!
Subimos el col de Pradelles y el intenso frío, la niebla y los ratos de llovizna nos obligan a ponernos el traje de agua. Otra vez, no hay día que no lo hagamos! Tenemos una práctica que nos permite ya ponerlo en cuestión de décimas. Afortunadamente el buen humor no nos abandona, da gusto viajar con gente así. Lluvia, gafas de sol y paradita en el supermercado para comprar comida. Tomamos la decisión de hacernos las gargantas del Tarn y las hacemos atropellados por las prisas de huir de la tormenta que nos sigue. Apenas un par de paradas para que nos alcance la vanguardia de la tormenta y otra vez al galope.

Estas Gorges me gustan mas que las del día anterior, no son tan espectaculares pero la carretera es mucho más bonita al igual que el contraste de las paredes claras con el río azul. El único peligro es la cantidad de autocaravanas que hay, que ocupan la estrecha carretera y con las que corres el peligro de convertirte en un mosquito estampado.
Ciertamente no es una carretera para ir rápido debido a las chicanes móviles pero el paisaje entretiene lo suficiente para no ir lanzado aun cuando tengamos la premura de la tormenta que nos persigue. Nos sigue y nos persigue hasta Millau, donde nos paramos a comer a la vera del río, ya que ella sigue dirección Sur y nosotros ya solo nos queda ir al Oeste.

De Millau a Albi y de ahí a Toulouse, que ya es una ciudad importante, que está en fiestas, que nos permite vestirnos como personas y dar una vueltita fuera de tanto ambiente masculino de gasolina, cuero y compartir habitaciones.

En la plaza del ayuntamiento hay una exposición de vacas decoradas de manera ridícula. Nosotros hacemos el canelo hasta que nos llaman la atención, proyectan un espectáculo de luz y sonido reflejandose en las ventanas del ayuntamiento y Toulouse nos muestra su ambiente nocturno mientras saboreamos un helado, así se puede ser feliz. Me gusta Toulouse, parece vital y alegre, quizás es que me guste Francia más de lo que estoy dispuesto a reconocer.

8 Toulouse - Gijon

Ultimo día. Vuelta a casa, apenas 700km que nos acercan poco a poco, primero a través de la llanura francesa hasta la costa vasca. Sorprendentemente no llueve ni parece que vaya a ser necesario el traje de agua, es casi una novedad en este viaje, únicamente dos días no ha sido necesario echar mano del paraguas!

Comemos en el Tolare de Oiartzun, costumbre del Terracing y recorremos ese trocito de paraíso que es la carretera de San Sebastian a Bilbao, con las olas lamiendo los arcenes, las vistas al mar eterno que llevábamos mas de una semana sin ver, a la izquierda verde, a la derecha azul, seguimos hacia el horizonte, hay pequeños arrepentimientos por no quedar un día mas pero ahora ya es todo conocido y no merece la pena alargar la travesía. De Eibar cogemos la autopista que nos llevará hasta la puerta de casa y todo el cansancio que no habíamos experimentando a lo largo del viaje nos cae encima como una losa, hartos ya de lo mismo.

Y finalmente llegamos, otra victoria sobre la carretera, el tiempo y la edad. No me canso de ello, ya estoy otra vez con nuevos planes, mapas, ideas, horizontes...Miles de ideas estupidas para seguir recorriendo kms por este glorioso mundo

Veredicto

Nurburgring bien merece la paliza. Incluso de haberlo sabido hubiéramos quedado mas días por allí para disfrutar de la zona que es un pequeño paraíso ondulado, verde, limpio y educado. El circuito promete entretenimiento tanto rodando en él, con sus saltos vertiginosos, su trazado revirado y sus curvas sin engaño, como observando a los que entran y salen con todo tipo de máquinas, algunas completamente desconocidas para el lego o los que ruedan durante el día en el. Escoge una curva y pasaras una tarde o más tiempo de la manera más tonta. Ciertamente recomendable y no se sabe cuanto va a durar, una pena....
Del resto del viaje, la selva negra me agrado pero solo la parte mas desconocida, la afamada ruta 500 está sobrevalorada en mi opinion, sobre todo en comparación con lo que se oculta a sus espaldas. Tendre que volver para formarme mi propia opinión al respecto
Suiza y sus Pass son lo mismo de siempre, esplendida belleza señorial, mires donde mires, un país perfectamente organizado, donde todo parece estar en su sitio. A la selva negra y a Suiza como siempre volveré porque no se vivir con solo el recuerdo, cada poco tengo que renovar las imágenes que se quedan en mis retinas.
Es curioso que pese a que este viaje lo teniamos que haber realizado el año anterior y no pudo ser, cosa que me rabiaba, al final creo que ha salido mejor y más completo al hacerlo asi, con más info, más tiempo, mas posibilidades y mas gente. La perspectiva de la experiencia...

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