Hay lugares a los que sabes que tarde o temprano viajarás…
Lo primero nos presentaremos, somos Víctor y Txe de Valladolid y si es posible todos los años en nuestras vacaciones veraniegas hacemos un gran viaje en moto por Europa.
El año pasado recorrimos entera la isla de Gran Bretaña, así que ya sólo nos quedaban cuatro países en Europa a los que viajar con nuestra GS 1200. Este mes de Julio tocaba tachar dos de la lista, solo su nombre ya imponía: Rusia y Bielorrusia. Este viaje antes de partir ya iba a ser diferente a los demás por un solo motivo, necesitábamos visados para estos dos países. El visado de Rusia no fue complicado de obtener ya que se puede tramitar a través de algunas agencias en España. El problema lo hemos tenido con el de Bielorrusia, ya que no hay embajada en nuestro país y han sido casi dos meses de continua burocracia de mails, llamadas telefónicas…. pero al final obtuvimos un visado en tránsito de 72 horas. Visitar este poco turístico país nos atraía en especial porque ¿Cuánta gente conocéis que haya viajado a Bielorrusia? Y no digamos ya en moto, nosotros sólo a dos. El resto de preparativos fue como siempre: calcular kilómetros, estudiar la ruta, reservar hoteles, revisión total de la moto,….Contactamos por redes sociales con el BMW CLUB MOTORRAD RUSSIA los cuales nos dieron información para el viaje y nos facilitaron contactos en ambos países por si surgía algún imprevisto.
Nuestro primer objetivo sería llegar por la ruta más rápida a la frontera Polaco-Bielorrusa, así que partimos el viernes día 10 con destino a Pamplona en plenos Sanfermines para visitar a nuestros amigos navarricos y conocer de primera mano estas fiestas mundialmente conocidas. Seguidamente pasaríamos por Orleans, la ciudad de Juana de Arco, aunque antes visitamos el espectacular castillo de Chambord en el Valle del Loira.
La siguiente parada fue Colonia y su imponente catedral gótica. Para llegar hasta la ciudad germana, tomamos un pequeño desvío de la ruta principal para conocer la región belga de las Ardenas y su carismático circuito de Spa-Francorchamps, todo un clásico de la F1 y de antiguos Grandes Premios de motociclismo. Ese día hizo acto de presencia la lluvia así como el día siguiente siguiendo las autobahn alemanas que nos llevaros a Potsdam territorio de la ex DDR con los antiguos estudios de cine y el palacio de Sanssouci.
Continuamos el viaje entrando en nuestra vieja conocida Polonia, esta vez a través de la rápida frontera de Frankfurt an der Oder, pasando Varsovia y llegando a la ciudad de Biala Podlaska con el objetivo de al dia siguiente cruzar temprano la frontera de Bielorrusia.
Los trámites fronterizos nos llevaron unas dos horas, fue un poco pesado por el tema del idioma, aunque fueron muy amables ya que teníamos toda la documentación necesaria ok y después de pagar las tasas correspondientes por fin estábamos en la desconocida Rusia Blanca!!! El choque cultural es tremendo al entrar en el país. Rápidamente nos adaptamos a sus carreteras y a su manera de conducir. El primer objetivo fue visitar el memorial de Brest, con sus enormes esculturas soviéticas, un escenario sobrecogedor. A demás este año se cumple el 70 aniversario de la victoria sobre el fascismo con lo que nos hemos encontrado muchas alusiones al mismo. De camino a la capital paramos a conocer el castillo gótico de Mir, declarado patrimonio de la humanidad y desde ahí, llegamos por la autopista a Minsk, que es una ciudad con grandes avenidas, parques, memoriales como el de la isla de las lágrimas y con su edificio más representativo que es la biblioteca nacional. Nos pareció una ciudad muy segura y la gente intentaba ayudarnos cuando les preguntabas cualquier cuestión. Una ciudad a la que seguramente regresaremos.
Nuestra ruta proseguía hacia Moscú la capital de la Gran Madre Rusia, la frontera bielorrusa-rusa como tal no existe ya que hay acuerdo entre los dos países, pero nos aseguramos con la policía fronteriza rusa que nuestra documentación estaba en regla con su repuesta: ¡¡¡Horosho!!! Es decir, todo bien.
Conocimos Rusia en nuestra entrada hacia Smolensk y tras ver un restaurante con un oso auténtico en una jaula y los realistas policías de cartón disuasorios, a media tarde llegamos a Moscú. La entrada da la ciudad es apabullante, desde unos ochenta kilómetros antes de llegar el tráfico ya se ralentiza y nuestro hotel estaba en el centro por lo que había que armarse de paciencia y seguir las instrucciones del navegador, como no, tuvimos nuestro ”encuentro” con la policía local, aunque todo salió bien.
De Moscú poco podemos añadir a lo que describe cualquier guía turística: Impresionante y de visita casi obligada para cualquier trotamundos. Fueron tres días sin parar para intentar ver lo máximo posible y se nos hicieron cortos, El Kremlin, la tumba de Lenin, los almacenes Gum, San Basilio, el museo de los Cosmonautas, las estaciones de metro…Nos hizo especial ilusión visitar el centro español en Moscú. También conseguimos la foto con la GS en la Plaza Roja ¡¡¡ Objetivo cumplido¡¡¡
Nuestro ruta cambio el rumbo este por el rumbo noroeste y nos llevaría a Veliky Novgorod ciudad con un Kremlin perfectamente conservado y cuna de la iglesia Ortodoxa rusa, donde pudimos conocer un poco la forma de vida de las ciudades rusas más sencillas.
Tras medio día de carretera llegamos a la histórica San Petersburgo , de la que luego nos daríamos cuenta que es la ciudad rusa menos rusa, con sus palacios, canales, museos, fueron igualmente tres días de intenso turismo. Sólo por visitar el Hermitage, merece la pena.
Respecto a la conducción en Rusia y Bielorrusia, nosotros no tuvimos el menor problema de inseguridad, pero tienen su “Russian style”, carreteras sin apenas arcén pasando por bosques y pueblos con mucho tráfico pesado, Ladas que se caen y cochazos aunque es mucho más tranquila que en el sur de Italia por ejemplo y respecto a que su lengua es complicada, tras haber conocido Bulgaria, Serbia, Macedonia o Ucrania el cirílico se convierte en un alfabeto familiar.
Una vez recorridos por la federación Ruso-Bielorrusa unos 2.200 km y haber comprado las pegatinas correspondientes para las maletas, dejamos el país más grande del mundo por su frontera con Letonia, un trámite que nos llevó una hora y en la que como anécdota tienes que declarar la gasolina que sacas en el vehículo ya que el precio de esta en Rusia es de 0,60 € aproximadamente.
Nuestra primera noche ya en la Unión Europea fue en la ciudad Daugavpils para al día siguiente cruzar Lituania y llegar a Varsovia, ciudad que ya conocíamos de anteriores viajes pero a la que nos gusta retornar.
La siguiente etapa nos llevaría a Zakopane, en los montes Tatra, frontera con Eslovaquia, una zona poco conocida para los motoristas españoles, pero donde hay unas carreteras perfectas para disfrutar con la moto.
Al día siguiente llegaríamos a Budapest otra ciudad que ya descubrimos hace años pero en la que queríamos hacer nuestro pequeño homenaje al diplomático español Ángel Sanz Briz y de paso, acercarnos al lago Balatón. Nuestra idea era llegar a Austria por carreteras comarcales pero se puso a llover de tal forma que tuvimos que abandonar esa idea y después de estar parados más de dos horas en una gasolinera mientras diluviaba y tomamos la decisión de utilizar las autopistas eslovenas para llegar a Graz donde nos acercamos a conocer el Red Bull Ring cerca de donde se disputa el famoso Erzberg Rodeo.
Este año nos tocaba recorrer en Austria una de sus famosa carreteras de peaje, la Nockalm strasse y la verdad es que no defraudó como cualquiera de las rutas que elijas en los Alpes, nuestro paso por los Dolomitas también tenía un objetivo concreto el Passo San Boldo con sus tornantis con tuneles y regulado por semáforos, toda una experiencia. Llegamos a Verona donde el cambio de temperatura fue brutal ya que estaban a 35º C y los días anteriores habían sido más bien frescos.
Al día siguiente rumbo a Maranello para visitar la fábrica de Ferrari e hicimos noche en la turística Florencia donde nuestra BMW convivió durante unas horas con miles de scooters.
Se acercaba el final del viaje y ese día embarcaríamos en Civitavecchia rumbo a Barcelona pero como eso era bien entrada la tarde tendríamos todo un día para disfrutar de la Toscana en moto, recorriendo la carretera 222 que es la carretera del vino Chianti, visitando Siena y San Gimignano el pueblo más turístico de Italia.
Tras veintidós horas de agradable travesía en la que compartimos anécdotas con el resto de motos que viajábamos, desembarcamos y nos reencontramos en Barcelona y Lleida con viejos y queridos amigos. De ahí el camino siempre conocido hasta Valladolid donde después de 9.800 km arribamos con una sonrisa por haber vivido otro gran viaje en moto y haber conocido dos nuevos países.
El próximo año nos espera……