Y si seguimos viajando hacia el este...
Este fue nuestro planteamiento para el viaje realizado en Junio y Julio de este pasado verano y la región elegida fue el Cáucaso ya que nos picaba la curiosidad por conocer esa remota región que está fuera de las rutas turísticas tradicionales, además de paso cruzaríamos Turquía tanto a la ida como a la vuelta, con lo que aprovecharíamos para conocer mejor este país que ya visitamos en 2013.
Comenzamos a preparar el viaje que duraría tres semanas, estudiando las posibles rutas, buscando alojamiento, leyendo información sobre que visitar, poniendo a punto la BMW R 1200 GS....
Cuando se visita esta región hay que saber que la frontera entre Turquía y Armenia está cerrada y que también lo está la frontera entre Azerbaiyán y Armenia, por lo que siempre hay que usar Georgia para salir y entrar entre estos países.
La visa de Turquía se obtiene en la frontera, Armenia y Georgia no necesita Visa para los ciudadanos de la UE, y por el contario para Azerbaiyán se necesita una Visa que nosotros tramitamos en la embajada de este país en Madrid, así como el permiso para circular con la moto. Nos facilitaron una visa de tránsito para 5 días siempre con una reserva obligada de hotel que no fuera por una agencia on-line. Respecto al tema sanitario y el seguro a terceros, nosotros tenemos cobertura con el RACC. Necesario llevar el carné de conducir internacional, y sí, lo piden.
El primer objetivo del viaje era llegar lo antes posible a la frontera de Turquía con Georgia, así que como otros años recurrimos a los ferrys.
Partimos de Valladolid en 23 de junio con muchísimo calor y destino Barcelona, para coger un ferry que nos dejaría al día siguiente en Civitavechia en Italia, ese día no tuvo más misterio que llegar al puerto a la hora, y esperar como siempre el retraso que trae el ferry de Grimaldi Lines, aunque lo aprovechamos para tomar una cerveza con unos amigos de Barcelona que fueron a despedirnos, y tuvimos oportunidad de conocer a más viajeros esperando a embarcar.
El domingo 25 de junio desde Civitavechia salimos hacia Ancona donde cogeríamos otro ferry que nos llevaría a Ingoumenitsa, en Grecia, y como no eran muchos kilómetros marcamos una ruta por carreteras secundarias visitando la ciudad de Asis y parando tranquilamente a ver MotoGP con un grupo de tiffosis italianos. Embarcamos sin problemas en el ferry de Minoan Lines que nos dejo al día siguiente en Grecia.
Ya en suelo heleno tocaba un día de autopista que discurre por la antigua Via Egnatia acercándonos lo más posible a la frontera con Turquía, aprovechando la cercanía a Vergina para visitar las magníficas tumbas reales macedonias, entre ellas la de Filipo II de Macedonia el padre de Alejandro Magno, muy recomendable si te gusta la historia antigua. Ese día dormiríamos en Alexandropoulis con cena en el paseo marítimo y una visita a su famoso faro.
El martes 27 de Junio cruzamos la frontera turca por Ipsala, un punto que ya conocíamos y que es bastante rápido. Fotos de rigor y pusimos rumbo hacia Estambul. Según nos acercábamos a esta magnífica ciudad, que ya conocíamos, comenzaron los impresionantes atascos. Ese día teníamos que comprar la tarjeta HGS, que es necesaria para poder utilizar las autopistas de peaje y algunos puentes que cruzan el Bósforo, pero los puntos de venta estaban cerrados y en las gasolineras se habían agotado, nos explicaron que había finalizado el ramadán y familias enteras volvían a sus ciudades de origen por lo que durante tres días los peajes eran gratuitos. A media mañana cruzábamos el Bósforo y veíamos el cartel de Bienvenidos a Asia. Una pena que no se pudiese parar para hacerte una foto ya que la ocasión lo merecía y las vistas de Estambul desde el puente eran una pasada. Y haciendo camino llegábamos a Bolu, nos alojamos en una típica casa de madera turca con un cuarto de baño del tamaño de un armario pero con aire acondicionado. Allí compramos en correos la tarjeta de las autopistas.
La ciudad nos encantó con sus calles bulliciosas, tiendas de todo tipo y montones de sitios para cenar. Ya se empezaba a notar la diferencia con la parte más europeizada del país. Era difícil encontrar alguien que hablara un poco de inglés, pero te ayudaban en todo.
El día 28 continuamos el viaje por autovías hacia el Mar Negro, realizando paradas en los puestos de comida que hay por la carretera, en los que te ofrecen té caliente de manera gratuita. Frente a la idea que llevábamos, el paisaje en esta zona es muy verde incluso con campos de arroz. Un día de conducción agradable, aunque había que tener cuidado con los controles de velocidad y sus extraños límites: las motos tienen prohibido pasar de 82 Km/h en muchos tramos ¿?. Así, nos plantamos en Ordu, donde disfrutamos de una fantástica puesta de sol en el Mar Negro y recorrimos sus animadas calles llenas de colores y olores. Fuimos a una tienda enorme donde se venden los pañuelos para que se cubran las mujeres musulmanas, y donde mi mujer adquirió uno, nos preguntaron: ¿Que de donde éramos?; al contarles que veníamos en moto nos dijeron que eran amigos de Kenan Sofuoglu - el campeón del mundo de Supersport- y nos enseñaron fotos y videos con él.
Al día siguiente, siempre siguiendo la carretera de la costa, llegamos a la frontera con Georgia. Allí coincidimos con tres Honda Goldwing turcas, que nos ayudaron con el papeleo, y nos llevo mucho menos tiempo del que creíamos ya que el lado georgiano fue super rápido, ya que usan un sistema similar al de la Unión Europea en sus fronteras, y así por fin, entrábamos en un nuevo país¡¡¡. La primera impresión fue de un caos circulatorio total: Les dan igual las líneas continuas, los límites de velocidad, los semáforos, no guardan la distancia…terrible. Otra de las cosas que te llaman la atención es su alfabeto propio y menos mal que las señales también están con caracteres latinos.
Llegamos a Batumi y nos alojamos en un hotel cercano a Rustaveli Avenue, en pleno centro. Es una ciudad de contrastes, con modernos rascacielos, casinos, playas, edificios comunistas, y ambientazo de veraneo en su gran paseo marítimo con su reconocida estatua de Alí y Nino. Georgia empezaba bien¡¡¡.
Siguiendo ruta, el objetivo ahora era la capital del país, Tibilisi, y para llegar rodamos por carreteras comarcales, sin arcén, tráfico infernal, animales de todo tipo a los lados de la carretera, y conductores kamikazes con antiguos Ladas soviéticos, así que nos armamos de paciencia. De vez en cuando aparecía algún tramo de autovía y nos llamaba la atención que las está pagando la Unión Europea.
Paramos en una gasolinera y empezó el show de acertar con la manguera correcta. Nos dejamos aconsejar por el empleado y echamos gasolina de 92, así que aprendimos que siempre había que pedir gasolina Premium que es nuestra 95.
A media mañana llegábamos a Gori, ciudad natal de Stalin, donde tiene un museo. Allí se conserva su casa, su vagón personal y hasta tiene una avenida con su nombre. En Georgia es un héroe.
Tras probar la comida típica, nos dirigimos a la una de las primeras antiguas ciudades de la llamada Iveria Caucásica por los romanos, Uplistsikhe , excavada en la roca y que es patrimonio de la Unesco, nos fascinó, es digno de ver.
Y por fin llegamos a Tibilisi con un atasco enorme y la gente haciendo fotos a la moto desde los coches. Nos dimos cuenta que el hotel que habíamos reservado era una caca, así que nos pusimos a buscar otro alojamiento decente, así que preguntamos, negociamos y tras instalarnos dimos un paseo por la ciudad, cenamos en una de las terrazas con ambientazo que hay junto al rio Kura....volveremos.
El primero de julio nuestro viaje continuó para dirigirnos a Azerbaiyán por la frontera del Red Bridge, cruzarla nos llevo como dos horas ya que había un montón de gente, además siguen con el sistema soviético para el papeleo, visitando un montón de ventanillas cada una con su correspondiente papelito y sello, un poco desesperante.
Una vez pisas la antigua Persia, no faltaron las fotos con el inmenso cartel con la foto de emblemático Heidar Aliev, el cabeza de la dinastía hereditaria de presidentes de este país; y nos preparamos para hacer 400 km por la autovía M2, una interminable recta a 46 grados centígrados en la que teníamos que cerrar el casco porque el aire que entraba quemaba, y además no había que sobrepasar los 90 km/h por si había radares.
Esta parte del país es totalmente desértica con pueblos que son cuatro casas. Cuando parábamos en las gasolineras la rutina era repostar, entrar dentro para disfrutar del aire acondicionado e hidratarnos, además de responder al interrogatorio por parte de los empleados. Una pregunta siempre se repetía ¿Vais a visitar Armenia? Nosotros: Noooo ; Ellos: Los Armenios son terroristas! Y es que hay que saber que la frontera entre ambos países está cerrada por el conflicto de Nagorno-Karabaj. La definición de auténtico baño turco, la encontramos aquí. Servicios que son un agujero, una jarra con agua y ahí te las arregles. También empezábamos a sospechar que en Azerbaiyán no había demasiadas motos, no nos cruzamos con ninguna.
Visitamos Globustán y sus petroglifos. A media tarde divisábamos ya el mar Caspio y subidón de alegría al acercarnos a la capital, vimos los pozos petrolíferos cercanos a la costa y las lujosas urbanizaciones con playas privadas, así entramos en Bakú por su Bulevar, vimos como estaban desmontando el circuito urbano de Formula 1(La semana anterior había sido la carrera). Localizamos el hotel que estaba dentro del recinto amurallado de la Icheri Sheher -Ciudad Vieja- y nos fuimos a pasear por las espectaculares calles del centro, de hecho a Bakú se la conoce como la Paris de oriente, nada que ver con el resto del país. Por supuesto disfrutamos de las Flame Towers iluminadas, un espectáculo de ciudad!!!
A Bakú le dedicamos un día entero, hacía calor terrible, visitamos La Torre de la Doncella, El Palacio de los Shirvanshahs, El museo de las alfombras, El Centro Heydar Aliyev, El memorial de los mártires, La Marina y hasta nos atrevimos a subir en metro. Conocimos a un chico con moto, Vahid, comisario de la Formula 1 que nos invitó a cenar; se convirtió en nuestro anfitrión y nos mostró los lugares menos turísticos como la mezquita Heydar Aliyev.
El día 3 de Julio salimos de Bakú y nos dirigimos a visitar El Yanar Dag, la montaña del fuego eterno, alucinante, y la península de Absheron con sus pozos de petróleo y gas, después pusimos rumbo oeste, dejando el desierto para llegar a Saki.
Esta ruta fue mucho más agradable, sin tanto calor, con paisajes verdes, bosques y montañas nevadas a lo lejos, una gozada. El objetivo era Saki, ya que queríamos dormir en un autentico caravanserai del siglo XVIII de la ruta de la seda, y lo conseguimos, había habitaciones libres, toda una experiencia recomendable para cualquier viajero al que le guste la historia. Por cierto en la recepción te preguntan si quieres habitación con o sin electricidad…
Los Caravanserais o Caravansares eran antiguos edificios a lo largo de la ruta de la seda, los cuales servían para dar descanso a personas y animales, estaban a una distancia de un día de camello unos de otros, más o menos 30 kilómetros, hoy en día se pueden encontrar alguno en pie, visitarlos o incluso se han mantenido como hoteles.
También compramos un kalegayi, el pañuelo de seda tradicional con hermosos colores.
Al día siguiente partimos con la fresca y llegamos a la frontera de Posbina para cruzar a Georgia de nuevo, otra vez la pesadilla. Dos horas esperando a que al militar de la puerta le diese la gana abrirnos para pasar al recinto fronterizo, fue insoportable con toda la ropa de la moto a pleno sol. No os creáis que nos dejaron pasar antes, como en otras fronteras; una vez dentro del recinto otra vez a lidiar con la burocracia y los perros policía. No quedó otra que tomarlo con filosofía y una sonrisa, no había otra opción…
Ya en Georgia bordeamos de nuevo Tiblisi y tomamos dirección norte por la Georgia Military Road, nos advirtieron de no la abandonáramos hasta nuestro destino en la frontera con Rusia, ya que al oeste era territorio de la autoproclamada República de Osetia del Sur, tan nombrada estos días, así que fuimos buenos y no variamos la dirección norte.
El paisaje pasó a ser espectacular, lagos con iglesias ortodoxas, montañas, todo verde, una carretera con curvas impresionantes, nada que envidiar a los Alpes o Pirineos, aunque con la carretera en peor estado, las montañas son inmensas, con sus cumbres nevadas, algunas como el Monte Kazbek superan los 5000 metros de altura. Nosotros cruzamos por el Javari Pass a 2379 metros. Coincidimos con unos moteros rusos y bielorrusos que fliparon con que unos españoles anduviésemos por esos lares; y llegamos a nuestro destino que era el pueblo de Stepantsminda en el parque natural de Kadbegi. Negociamos para subir al monasterio de Gergeti en 4x4, porque sólo se puede subir en este tipo de vehículos o andado. Las vistas del valle desde el monasterio son increíbles, es la postal de Georgia!!! Cenamos por allí y nos quedamos en la casa de un tipo que alquilaba habitaciones. Menos mal que la moto durmió en un garaje, porque esa noche cayó un tormentón increíble y no hubiésemos querido que nos hubiese pillado en ninguna de sus carreteras
El miércoles día cinco regresamos dirección sur por la Georgian Miliary Road. En el camino vimos una cascada con la roca rojiza, y al detenernos para hacer fotos no vi un agujero que había en el arcén, así que nos fuimos al suelo en parado, por suerte había un autocar de turistas rusos que nos ayudaron a levantar la moto; la caída no tuvo consecuencias para la moto ni para nosotros, pero la cara de mi mujer en una de las fotos refleja el susto que nos pegamos. Seguimos rodando y paramos en Ananuri con su la Iglesia ortodoxa y su recinto amurallado con vistas al lago, volvimos a bordear Tibilisi, y de repente apareció un aire racheado lateral que nos hizo detenernos en una parada de bus ya que era imposible conducir la moto recta, de hecho la bolsa sobredeposito salió volando, el susto fue de los grandes.
Nos dirigimos a a la frontera con Armenia y aquí es donde nos la jugó el navegador llevándonos por una pista de 30 km con unos agujeros y unas roderas terribles, vadeando riachuelos y con camiones que venían de frente. Vamos, perfecto para ir con una moto de 280 kg cargada con dos personas. No nos dimos la vuelta pensando que el asfalto aparecería en algún momento, pero no fue así hasta la frontera. Había que ver la cara de los policías georgianos al vernos llegar. Nos explicaron que nadie cruzaba por esa frontera, que la buena estaba 70 km más al oeste.
Al pasar al lado armenio nos separaron y empezó el interrogatorio individual por separado ¿A Dónde vais? ¿De dónde venís? ¿Qué habéis hecho en Azerbaiyán? ¿Qué os ha gustado de Azerbaiyán? ¿Dónde vais a dormir en Ereván? Intentábamos esquivar las preguntas comprometedoras como podíamos, e incluso llamaron al hotel de Ereván para saber si la reserva era auténtica. Y tras una hora de papeleo y cambio de moneda conocíamos un nuevo país, entrábamos en Armenia!!!
Nuestras primeras impresiones fueron que su alfabeto es tan ininteligible como el georgiano, y para no variar las carreteras están fatal, con agujeros en los que metes la rueda entera , conduciendo también van “algo rápido”, en las carreteras tienen unos túneles larguísimos, sin luz, sin ventilación, terribles, cada vez que nos metíamos en uno la tensión iba en aumento. Tienen un parque móvil bastante antiguo, todos son vehículos soviéticos hechos polvo y mil veces reparados, pero que se picaban con nosotros. Una pequeña tormenta nos refrescó después del insoportable calor de los días anteriores. Bordeamos el gran lago Sevan, que su zona interior de vacaciones.
Ya pasada la media tarde llegábamos a la capital Ereván, en medio de un desfile militar y sobrevolando la ciudad unos inmensos helicópteros militares, era el día de la Constitución.
La jornada siguiente la dedicamos a una ruta por Armenia, para conocer alguno de sus monasterios más famosos, ya que Armenia fue el primer país que estableció el cristianismo como religión oficial en el año 301 d.c., toda una seña de identidad del país es su Iglesia Católica Apostólica Armenia.
El primer sitio a visitar lo teníamos claro: el monasterio de Khor Virap, que está a unos 30 km de Ereván y no es fácil de encontrar, ya que no hay muchas indicaciones. Cuando dejas la autovía y coges una carretera comarcal rodeada de viñedos lo ves a lo lejos en una colina con el bíblico monte Ararat al fondo, con sus más de 5000 metros de altura, sus nieves perpetuas, el monte donde según la tradición quedó varada el arca de Noé, cuando descendieron las aguas. Lo habíamos visto cien veces en fotos y reportajes, pero hay que verlo en vivo, es espectacular. El Ararat en realidad son dos montes de origen volcánico, y está en Turquía no en Armenia, por un pacto fronterizo de la URSS con Turquía; pero para los armenios siempre será suyo, es todo un símbolo nacional. El monasterio del año 642 d.c. es un centro de peregrinación por tener los restos de S. Gregorio.
Nuestra ruta continuo por carreteras bastante decentes hasta Areni , una localidad conocida por sus vinos, esta carretera está llena de puestos en los que se vende de todo, sobre todo fruta, probamos las mejores cerezas y albaricoques que hemos comido nunca. La ruta nos llevo hasta el monasterio de Noravank , datado en el año 1205, por una carretera encajada entre cañones de un rojo intenso, una gozada, el conjunto no nos defraudó, es otra de las postales de Armenia, por sus cruces talladas y por su escalera exterior.
El siguiente destino fue el monasterio de Tatev, llegar nos llevo unas dos horas, aunque mereció la pena, ya que el paisaje era excepcional entre valles, con un gran lago, un puerto de montaña y muy poco tráfico. Cogimos el teleférico más largo de Europa, fantástico para ver desde las alturas la parte más verde de Armenia y allí estaba ese monumento religioso.
A la vuelta a Ereván tuvimos una de las imágenes de este viaje, la puesta de sol con los montes Ararat al fondo.
Nos faltaba darnos una vuelta por la capital, así que nos fuimos al centro y nos acercamos a ver La Cascade, la Ópera y la plaza de la República con sus fuentes musicales. La capital concentra los coches de lujo, las tiendas de las marcas más exclusivas, nada que ver con lo que habíamos conocido del resto del país.
En nuestro último día en Armenia camino de Georgia, visitamos las ruinas de La catedral de Zvartnóts del 642 d.c. con el Ararat de fondo, Echmiadzin que es el Vaticano armenio y el memorial de Sardarapat, que fue donde las tropas Armenias pararon la invasión turca en la primera guerra mundial.
Camino de la frontera nos toco hacer alguna que otra pista facilita pero no importó ya que los paisajes eran fantásticos. Ya había leído a otro viajero decir que Armenia era como un fondo de Windows y es verdad, de hecho en algunos momentos me recordó a la Toscana.
En la frontera la tónica habitual con papeleo y charla con la policía. Alucinamos cuando se sorprenden al ver que la moto es BMW, y que esta marca fabrica estos vehículos, puesto que identifican la marca con los coches que son muy buenos y muy caros, como nos dicen.
Cruzamos de nuevo hacia Georgia, donde nos esperaba toda una sorpresa, la carretera que llevaba a Akhaltsikhe era perfecta para rodar, aunque cayó una tormenta; y estuvimos parados en una gasolinera una hora a ver si escampaba, eso sí, de charleta con el responsable de la gasolinera que nos ofreció de todo. Se encuentra gente fantástica en todos los sitios. Ya aparcados, dormimos en la ciudad amurallada y cenamos el habitual Khachapuri con unas mega jarras de cerveza.
Siete de Julio, un nuevo día y una nueva frontera, cruzábamos de nuevo a Turquía por Posof, una frontera en obras y poco transitada, fue rápida.
Como la ida fue por la costa del Mar Negro, la vuelta la hicimos por el interior del país; entramos en el Kurdistán turco, nos sorprendía lo verde que era y los imponentes puertos de montaña que cruzábamos, muchos por encima de los 2500 metros. Las carreteras estaban en obras aunque en general estaban bastante bien, la parada en las gasolineras una gozada, todo amabilidad y vuelta al omnipresente té. Por las ciudades que pasábamos se veía menos nivel de vida que en las ciudades próximas a la zona europea, también menos carteles con la foto del presidente Erdogan. Paramos a comer en un garito de carretera y fue el mejor kebap de nuestra vida! A la entrada de alguna ciudad nos encontramos con controles militares los cuales nos pedían la documentación y al ver el pasaporte rápido nos dejaban continuar. En uno de ellos incluso nos indicaron donde estaba el Caravanserai de Tercan. La ciudad en la que dormimos ese día fue Erzincan, nunca había visto tantos sitios para comer en mi vida, probamos la sopa de callos y unos churros bañados en almíbar dulzones a más no poder.
El viaje continuó con otra jornada de mucha autovía, que lejos de ser monótona nos ofreció unos bellos paisajes de la zona centro de Turquía. Las gasolineras son una gozada, la mayoría son super modernas con sensores para no tocar nada. Una familia nos invitó a sentarnos con ellos y nos ofrecieron su comida. Cada vez nos gusta más este país. Llegábamos así a la mítica Capadocia y nos alojábamos en Göreme en un hotel con habitaciones cueva. La verdad es que no nos defraudó aunque esté lleno de turistas, merece la pena. Visitamos El Museo al Aire Libre, que es un complejo de cuevas vivienda y monasterios que está en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1984. Nos acercamos a ver las chimeneas de las hadas y la puesta de sol desde lo alto de un mirador, y para terminar el día una cena típica y comprar una pequeña alfombra como recuerdo.
Al día siguiente enfilamos la nacional 300, y primero visitamos el Caravanserai de Örsin Hani a pie de carretera, nos defraudó un poco, ya que está muy restaurado para deleite de turistas de autobús. En la siguiente parada visitamos el monumental Sultan- Hani Caravanserai del siglo XIII con sus altos muros, construido en piedra volcánica y con su espectacular puerta tallada. Esta es la auténtica historia de la ruta de la seda y emociona haber llegado allí y vivirla con tu moto.Unos cientos de kilómetros después llegamos a Eskisehir, el hotel es céntrico y nos permite ir a visitar el antiguo barrio otomano de Odunpazari, el mejor conservado de este tipo en toda Turquía, con la Mezquita de Kursunlu; también descubrimos el ambiente nocturno al lado del rio que es una auténtica locura.
A la mañana siguiente al arrancar la moto nos damos cuenta que se ha fundido el conector de las luces cortas, hacemos una ñapa de emergencia y continuamos viaje con dirección a Estambul, y para eso usamos el nuevo puente de la Bahía de Izmit, el cuarto puente colgante más largo del mundo, evitándonos un rodeo de 200 km. También usamos el nuevo puente Yavuz Sultan Selim sobre el Bósforo, volvemos a entrar en Europa¡¡. Nos quedamos impresionados con las obras que está realizando Turquía para mejorar sus infraestructuras de comunicación con occidente.
Pasamos a Bulgaria por la frontera de Edirne, donde hay una cola de camiones monumental y en la que pueden tardar hasta tres días para entrar en la Unión Europea. Ese día dormiríamos en Haskovo, un lugar pequeño pero acogedor. Parece mentira, pero el grado de estress conduciendo desapareció como por encanto.
El doce de Julio el día empezó bien, ¡Por fin café de verdad en el desayuno! Tras la rutina de cargar la moto, echar un vistazo al mapa y cargar la ruta en el gps, enfilamos hacia Sofía, ciudad que ya conocíamos, pero nos hizo ilusión recordar nuestra última visita, cruzándola por sus grandes avenidas.
La frontera entre Bulgaria y Serbia sin problemas, el ritmo por las carreteras balcánicas de repente bajó, las obras eran interminables ya que se está construyendo una gran autopista que comunicará Estambul con Centroeuropa, así que a nuestro ritmillo llegamos a Belgrado. Entramos por la avenida Kneza Milosa donde aún se encuentran las que eran sedes del Ministerio del Exterior yugoslavo, el Gobierno de Serbia, el Estado Mayor y el del Ministerio de Defensa que fueron bombardeados por la OTAN en abril de 1999.Son los únicos restos bélicos que quedan en una ciudad moderna y cosmopolita que mira al futuro. Paseo por el centro de la ciudad, unas fotos en el hotel Moscú y cena en el mismo restaurante que hace 5 años, donde coincidimos con chaval gallego que andaba rulando por Europa con su mochila.
La siguiente etapa nos llevaría a rodar por cuatro países, algo poco común en una misma jornada, salimos de Serbia, cruzamos a Croacia y utilizado sus fantásticas autopistas nos plantamos a media tarde en su costa adriática.
Nos apetecía conocer Opatija y no por su atractivo turístico, sino porque queríamos rodar por el circuito urbano, donde hace ya muchos años se celebraba en GP de Yugoslavia. En la oficina de turismo nos indicaron cual era el trazado del circuito y cumplimos nuestro deseo: el poder darnos una vuelta donde el maestro Ángel Nieto consiguió su primer título mundial de 50cc en 1969. Cuando conducía venían a la mente esas imágenes que había visualizado en blanco y negro con sus guardarraíles y sus balas de paja.
Eslovenia fue un mero trámite, solo unos pocos kilómetros y entramos en Italia, donde dormiríamos en la monumental Trieste, donde conocimos los escenarios de la novela Dies Irae de nuestro paisano C.P.Gellida, y por supuesto nos tomamos un café “nero” en el mítico Caffè degli Specchi.
La mañana siguiente amaneció con lluvia así que con prudencia en las autostrada, los kilómetros fueron pasando sin más; con paradas las justas para repostar y estirar las piernas, y así llegamos a Siena, donde casualidades de la vida, hacia noche un amigo de Valladolid que estaba de ruta por Italia en moto, abrazos, charleta y de nuevo camino a Civitavechia donde al llegar nos informaron del gran retraso que traía el ferry, como siempre, así que nos juntamos los motoristas, cenamos una pizza y nos contamos batallitas viajeras.
Tras veintidós horas de travesía llegábamos a Barcelona bien entrada la noche, rumbo a Lleida, donde nos esperaban para acogernos en su casa nuestros queridos amigos, y al día siguiente desharíamos el camino hasta Valladolid, donde tres semanas antes había comenzado nuestra aventura de 11.000 km y diez países, tres de ellos nuevos para nosotros.
Nuestro periplo finalizó en la puerta del Colegio de Santa Cruz, en nuestra ciudad, donde se conserva la edición original del libro “Relaciones de don Juan de Persia” la expedición que viajó desde Bakú a Valladolid llegando el día 3 de Julio de 1601 donde fueron recibidos por el rey Felipe III. Una historia que conocimos por casualidad y nos animó a realizar este viaje, para así poder recomendar la visita del Cáucaso a otros viajeros…